miércoles, 28 de agosto de 2013

El Joker: un personaje cambiante

Hola lectores/as,

Entre algunos de mis devaneos que me traigo de vez en cuando al analizar un poco a los personajes de cómic que leo, durante algunas horas que me dedico a la lectura de las historias detrás de cada página, le llega al turno del Joker, el inefable aunque peligroso enemigo que Batman tantas veces ha de enfrentar en muchas de sus rondas nocturnas. A lo largo de su trayectoria, el hombre murciélago siempre se ha encontrado -y logrado encerrar en Arkham, como no- en más de una ocasión a su tan famosa némesis, sin poder evitar consecuencias irreparables durante todas ellas.

La carrera de un auténtico criminal

Corría la década de 1940: Batman ya se había logrado por aquel entonces cierta fama en el mundillo de DC, y por lo tanto comenzaba realmente su independencia pasando de los números regulares a una serie propia. Fue por aquella época donde un nuevo enemigo, conocido como Joker, dejaba su impronta de crímenes por medio de una carta de la baraja inglesa llamada "Jolly Joker". Durante estos años, Bob Kane y compañía se encargan de que el Joker comience con pequeñas apariciones para luego permanecer como un personaje importante, convirtiéndose en un oponente para Batman en muchas de sus aventuras.
Tras una edad de plata de los cómics en las que el retorcido bufón pasó sin pena ni gloria por los tiempos del género, regresa de nuevo durante la década de 1970 por mano de Dennis O´neil y Neal Adams, quienes decidieron profundizar un poco más en las motivaciones y en la forma de actuar del personaje en una serie de números que lograron llevar de nuevo a la vida al antagonista de la chaqueta violeta.



Sin embargo, algo cambió en la psique del propio: ya no era un criminal dedicado al mundo del hampa y la delincuencia, dispuesto a seguir sus propios intereses, sino que se convirtió en algo más peligroso: un psicópata en toda regla, cuyos problemas psicológicos le acompañarían desde entonces, dedicándose a poner la vida en peligro de todo quisque, con o sin motivo aparente.
Es por ello que con el paso del tiempo, y aún más con el paso de los diversos autores que lo dibujan, el Joker deja su faz de delincuente bufón y se transforma en un maníaco homicida, actuando como tal en muchas de sus apariciones y haciendo uso de todo tipo de artimañas basadas en los ataques químicos, el uso de armas de fuego y toda clase de planes diabólicos que irían dirigidos a la tarea de hacer todo el daño posible a gente civil e inocente, además de al propio Batman y sus aliados. En fin, a todo aquel que se le pusiera por delante.

Por último, cabe decir que la evolución ha dejado secuelas: en las diversas viñetas, series, películas y videojuegos en los cuales ha participado, siendo un clásico ya en el mundo de los cómics, hay algo que ha oscurecido su semblante...literalmente. En los últimos números, el Joker ha vuelto de forma más desquiciada y desequilibrada que nunca. Su mente se ha hecho añicos, y su intención del asesinato en masa se ha exagerado hasta llegar a una cota insospechada...y quizás terrible y demasiada violenta para mi gusto. Es lógico y normal que un personaje evolucione a lo largo del tiempo, pero, ¿a qué precio? ¿Realmente hacía falta que regresara con semejantes cotas de desequilibrio, hasta rozar el punto del salvajismo? Solo el futuro -y en muchos casos las ventas y sus seguidores- lo dirá.

Y esto ha sido todo. Si os ha gustado esta opinión reflexiva, podéis difundirla por las redes sociales o darme vuestra opinión a través de Twitter o a mi correo electrónico. Que lo paséis bien, jugones.

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