Recuerdo una tarde de años atrás, en la tienda Games Workshop de Heron City -sé que me repito, pero fue una de las tiendas en las que jugué a más no poder, gracias a la cercanía y al genial trato que daban- que daban una tarde de batalla entre Orcos y Enanos -sí, aquella en la que cogí al Gigante-. Esta partida ya la comenté en una entrada anterior en el desafió de los 30 días, pero tomo la misma partida debido a su duración: después de algunas unidades y figuras eliminadas, entre que ambos ejércitos estaban bastante igualados en puntos y que no daban tregua entre hachazos, disparos de artillería enana, flechazos y algunas cuchilladas más, la cosa estaba bastante igualada. Llega el turno del gigante y despedaza a un Señor Enano. Aquel era un momento cúlmen, y podría haberse decidido tras unas tiradas de desmoralización, pero se había alargado demasiado la batalla -¡más de ocho turnos!-, la gente estaba un pelín cansada, y los encargados de la tienda nos comunicaban que lo sentían pero que ya hora del cierre de la tienda y que tendrían que dar por finalizada la partida. Tras unos comentarios de acuerdo y desacuerdo, se dejó el resultado de la partida como en tablas, aunque desde mi punto de vista habían ganado los orcos por un mínimo, debido a que había caído un personaje importante del equipo contrario -¡mwahahaha, un barbudo enano bastante importante, a mi fe! XD-. Pero en fin, así fue la cosa y así terminó.
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